La maestra Eulalia Guzmán y como fue borrada injustamente de la historia de México.

Eulalia Guzmán Barrón, nacida en 1890 en Zacatecas, no sólo se dedicó a la enseñanza,
también al estudio, análisis meticuloso y contraste de la historia de México, y también a la
arqueología, lo que sería el punto más álgido de su brillante carrera.

No es fácil encontrar información sobre la maestra Eulalia. Cabe decirlo que desde que
somos niños las historias oficialistas de nuestro país están cargadas de letanías repetitivas,
las cuales se nos enseña a aceptar sin cuestionamiento. Por ende, llama la atención el caso
de la maestra Eulalia, quien se atrevió a ir más allá del discurso clásico registrado en muchos libros, yendo a las fuentes originales para encontrar contradicciones, cabos sueltosy muchas cosas que no serían aceptadas por los convencionalismos educativos. Todo esto ha dado como consecuencia que conozcamos o no conozcamos los símbolos históricos de forma muy superficial o vaga.

Es por eso que todo aquello que sea contradictorio al oficialismo, a lo que no comulgue con
lo que se dice socialmente aceptable, siempre será relegado al olvido, censurado y tildado
con muchos adjetivos peyorativos.

Recuerdo las historias de mis libros de texto en primaria o secundaria, siempre lo mismo.
“Y un día Jaime Torres Bodet se paró aquí o allá y dijo que esto y el otro”. “José Vasconcelos, el gran pilar y visionario de la educación en México”, y la lista sigue. Todas estas historias siempre han estado cargadas de palabras embelesadas, destinadas a servir más que de orgullo, de adoctrinamiento hacia una idiosincrasia que nos ha vuelto sumisos a la explotación y al yugo no sólo de las élites mexicanas, sino también de otros países como la misma España y actualmente Estados Unidos.

Y con referencia a lo anterior, uno de los trabajos que se atrevió a cuestionar la forma en
como aprendemos y asimilamos la historia fue la investigación llamada Relaciones de
Hernán Cortés a Carlos V, sobre la invasión del Anáhuac
, realizada por la propia Eulalia
Guzmán. (El libro ahora está disponible para descarga gratuita en la página del INEHRM.
 
 

Tal investigación contiene un análisis exhaustivo sobre las contradicciones de Hernán
Cortés en sus cartas de relación y lo registrado en diversos documentos históricos tales
como “Historia de la Conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz del Castillo, quien fue
uno de varios que acompañaron a Cortés durante su llegada y todo el proceso de invasión
y derrota del imperio del Anáhuac.
 

Cuando la maestra Eulalia quiso publicar la investigación mencionada arriba, le fue negado
darla a conocer al público, ya que echaría al suelo todo lo que se sabía o se creía de Hernán
Cortés a la fecha y que muchos conocemos desde que estamos niños: estereotipos
maquillados hasta el cansancio en los que se exalta el carácter heroico del conquistador
español; para esconder las atrocidades cometidas por él y los españoles que llegaron al
antiguo territorio de México.

 
Y si alguien piensa que el estar en contra del oficialismo es mentir, bueno ahí está el dato
de que cuando finalmente cae Tenochtitlan en 1521, Tecuixpo, una de las hijas de
Moctezuma Xocoyotzin fue tomada a resguardo por el mismo Cortés. Y al respecto de esto,
en muchas fuentes históricas se dice que ella tuvo un hijo del conquistador español (es
obvio que nunca se dirá que Tecuixpo era menor de edad cuando Hernán Cortés tuvo
relaciones sexuales con ella; lo que obviamente llevará a pensar que él cometió ultraje y
violación a una menor). Donde quedaría eso de que “Cortés, el gran héroe quien logró que
dos mundos se encontraran y desarrollaran juntos”. Más eufemismos o palabras irreales
que han ocultado o maquillado atrocidades por siglos.

Entre dichas atrocidades está desde luego el tormento y por último, asesinato de
Cuauhtémoc, el último tlatoani Mexica, el cual a diferencia del “gran conquistador español”
siempre ha tenido ese estereotipo de estoicismo fallido, derrotado, pisoteado y con ello
condenando a todo un pueblo a ser visto como seres inferiores por su color de piel, sus
rasgos físicos y por no haber aprendido quizá, lo que se necesita para ser “socialmente
aceptable”, que a mi parecer esto último se entiende a como ser de doble moral, hipócrita,
mentiroso, y lleno de autocompasión ante la culpa.


Ya desde ahí se notaba el esfuerzo incansable de la maestra Eulalia de darle un carácter
diferente a lo que hasta entonces los mexicanos conocíamos como “nacionalismo”, de que
los pueblos originarios fueran respetados y reconocidos como iguales y, sobre todo, por
enseñar que se puede construir un mejor país basado en el respeto a todos sus habitantes
y su reconocimiento a su propia historia sin llenarla de eufemismos o mentiras.


La carrera de la maestra Eulalia Guzmán no tiene parangón, no importa desde donde se
vea. Anduvo por diferentes países dando conferencias sobre respeto a los pueblos
indígenas, sobre historia de México, investigando en bibliotecas de distintas naciones
documentos sobre la historia antigua de México, que, en varios casos, estaban ahí de forma
ilegal. La maestra Eulalia hablaba distintos idiomas, y era una incansable activista sobre las
causas justas. Por ejemplo, cuando abogó por la liberación del presidente Francisco I 
Madero a Victoriano Huerta, o cuando apoyó al Zapatismo llevando armas bajo sus faldas o “naguas” arriesgando su propia vida para apoyar el movimiento.

La maestra Eulalia se dedicó a documentar y analizar muchas fuentes históricas para
buscar transformar su país, con el objetivo de que éste algún día estuviera orgulloso de su
historia antigua y no sentirse avergonzado de la misma.


 
Como sabemos una idea generalizada es que ser indígena conlleva no sólo ser visto como
estéticamente aborrecible, también ser visto como un ser anormal que no pertenece a una
supuesta modernidad nacional. A las personas de raza indígena en México en su mayoría
se les niega oportunidades de educación, de trabajo, son explotados, relegados de sus
viviendas, y hasta asesinados. La maestra Eulalia quería que estos pueblos obtuvieran el
respeto debido, y para esto se dedicó incansablemente a investigar en la historia de México
aquello que finalmente dignificara a los pueblos originarios y, por ende, que viviéramos en
México hubiera una verdadera comunión entre los diversos grupos sociales que en él
habitan.


Todo esto de lo que hablo es obvio iba en contra de todo lo “establecido” hasta entonces
que incluso fue capaz de dejar cruzados de brazos y en silencio a supuestos luchadores de
una mejor educación y conocimientos históricos en México. Entre ellos, el mismo José
Vasconcelos, Alfonso Caso, Eduardo Matos Moctezuma entre otros ¿Y por qué razón?
Bueno porque México, por historia, siempre ha sido un pueblo explotado, un país marginado
y aquellos verdaderamente “listos” han sabido no sólo apropiarse del poder, sino de las
ideologías para que las desigualdades persistan y así el poderoso coma bien, mientras que
el pobre se arrodille y coma mal porque su condición y por ende su historia lo condena a
eso.


A los poderosos no les gustaría que el ciudadano promedio crea que puede lograr grandes
cosas si se esfuerza, si trabaja honradamente, si encuentra falsedades en ideologías que
pregonan que el pobre es así porque así o quiere, y por ende busque alternativas para salir
adelante en lugar de conformarse porque su historia así lo dice. Para los que la codicia y la
vanidad es primero, el poder y la riqueza no se comparte sin importar el color de piel, el de
partido político o la ubicación geográfica.

La maestra Eulalia Guzmán fue una tenaz defensora de los pueblos marginados y
específicamente de los pueblos indígenas. Este ideal lo llevaría a un clímax cuando
ocurrieron los hallazgos de Ixcateopan en el estado de Guerrero en México.

En 1949 en Ixcateopan se supo de unos documentos que afirmaban que los restos mortales
de Cuauhtémoc, el último tlatoani del Anáhuac, estaban enterrados debajo del altar de una
iglesia de la localidad. La noticia causó revuelo, al grado de que el INAH (Instituto Nacional
de Antropología e Historia) comisionara precisamente a la maestra Guzmán para ir a
verificar la noticia. Y como no la iba a comisionar si la maestra Eulalia llevaba años
estudiando la historia antigua de México, conocía bastante sobre la misma, y estuvo como
asistente de Alfonso Caso en la excavación de la tumba 7 descubierta en Monte Albán,
Oaxaca. Y para añadir más reconocimiento al perfil de la maestra Guzmán, el mismo Diego
Rivera le pidio revisar y catalogar su colección de piezas arqueológicas que él pensaba
dejar como legado en un museo.


 El INAH no contaba con que la maestra Eulalia llevaría el suceso de los hallazgos de
Ixcateopan a otro nivel, ni que su carácter de defensora y de luchadora por el
reconocimiento de los pueblos originarios, le traería el rechazo de dicha institución la cual
le crearía una mala reputación a partir de entonces, por precisamente a derribar los
convencionalismos que el INAH y muchas élites en México llevaban años sustentando con
palabras meramente superficiales que no causaran disidencia en los mexicanos.

Una vez en Ixcateopan, Eulalia Guzmán se dedicó al trabajo de campo como debe ser en
la práctica arqueológica. Primero decidió verificar los documentos que registraban la tumba
de Cuauhtémoc. En principio ella sabía que los mismos eran una mala copia o reproducción
de otros anteriores que quizá contendrían datos más certeros. Sin embargo, nunca se
detalló si la maestra Eulalia encontraría la fuente original.


Por otro lado, la maestra se dedicó a contrastar la tradición escrita, es decir los documentos
sobre el hallazgo con la tradición oral, la cual obtuvo al hacer entrevistas entre la gente
mayor, quienes podrían dar una versión clara o podrían echar abajo lo que dichos papeles
afirmaban. Para sorpresa de Eulalia y de todos, la tradición oral y escrita coincidían.

Estas dos tradiciones contaban que Fray Toribio de Benavente (Motolinía) había ordenado
enterrar los restos del último tlatoani bajo una iglesia en Ixcateopan. Cabe añadir que el
fraile Motolinía fue también un incansable defensor de los pueblos indígenas lo que
obviamente le causaría enemigos, negación y poca certeza en sus palabras a futuro. De
hecho, el nombre Motolinía era sinónimo de defensor y aún sin ser su nombre real, dicho
fraile quería ser identificado con ese nombre para que los indígenas lo identificaran
fácilmente y así defenderlos de los abusos de los españoles.

Se sabe igual gracias a Bernal Díaz, y corroborado por el escritor e investigador de la
UNAM, Jorge Veraza, que el fraile Motolinía buscaba a un colega suyo que acompañaba a
Cortés, sus subordinados, Cuauhtémoc, Tetlepanquetzal, el señor de Tacuba en la
expedición a las Hibueras (hoy Honduras). Cuauhtémoc fue llevado a la expedición no
precisamente para decir donde se hallaban riquezas, sino porque en su carácter de último
defensor del Anáhuac, su sola presencia podría provocar rebeliones en el territorio
conquistado.


La expedición llegó a un extremo en que Cortés vio la oportunidad de sustentar su autoridad
acabando con la vida de Cuauhtémoc y de todo testigo que pudiera hacerlo ver como un
asesino. Y uno de esos testigos fue un fraile, colega de Motolinía, cuyos restos tal vez hayan
sido enterrados también en Ixcateopan.


Regresando al siglo XX, cuando la maestra Eulalia se dio cuenta que las tradiciones orales
y escritas coincidían sobre la tumba de Cuauhtémoc, ordenó excavar bajo el altar mayor de
la iglesia del pueblo. Al desenterrar, se encontraron una placa que decía 1525-1529 R è S
Coátemo, que la maestra interpretó como “Rey y Señor Cuauhtémoc.


Para la maestra Eulalia no había duda de que el último defensor del imperio Mexica yacía
bajo una iglesia en un pueblo desconocido y marginado, como muchos en México.

Por otro lado, en 1949 los estudios de Carbono 14 para autentificar la edad de restos
arqueológicos aún no eran comunes, por lo que la posibilidad de identificar la edad de los
huesos y objetos encontrados bajo la iglesia en Ixcateopan eran prácticamente nulos. Aun
así el INAH, decidió que había que estar seguros de lo que la maestra Eulalia afirmaba y
asignó a un grupo de “expertos” para analizar dichos restos óseos. Estos hombres fueron
parte de una llamada “gran comisión” para darle veracidad al hallazgo de la maestra.

Sin embargo, al final dicha comisión dijo que esos huesos pertenecían a una mujer y dos
niños. Después una segunda comisión ratificó lo que su antecesora dijo, en una oficina del
Banco de México; ni siquiera en un laboratorio o un área especializada del INAH.

Volviendo a la maestra Eulalia, a partir de entonces se volvió objeto de burlas, retratándola
como víctima de un engaño y de sus propios ideales.


Y para finalizar, no es el hecho de que los huesos hayan sido falsos, o que el campesino
que supuestamente los enterró a finales del siglo XIX, Florentino Juárez haya mentido sobre
a quienes sepultó ahí; sino que una carrera brillante e intachable fue minimizada, y hasta
caricaturizada cuando las dos comisiones tampoco pudieron comprobar científicamente, 
menos con detalles históricos la edad de los huesos y objetos. Que, en caso contrario, la maestra Eulalia si fundamentó sus afirmaciones con documentos y con la tradición oral.


El rechazo a la figura de Eulalia Guzmán fue manejado más por el afán de seguir
sustentando ideologías eurocentristas en las que los despojos de tierras, la indiferencia al
pobre o al marginado, los ideales de codicia y ambiciones desmedidas se sustentan. Dichas
ideologías persisten hasta hoy, porque de que otro modo como México, con tantas riquezas,
seguiría siendo un país socialmente desigual y en el que aquellos que se atrevan a ser
distintos, alzar la voz y luchar contra la opresión sean reprimidos de cualquier forma (la
guerra de Independencia, la Guerra de Reforma la Revolución Mexicana, las revueltas
estudiantiles en 1968, por dar algunas pruebas).


Apen Ruíz Martínez afirma que a Eulalia no sólo le fue negado su lugar en la historia por
atreverse a contradecir a las élites con sus estudios sobre las contradicciones de las Cartas
de Relación de Hernán Cortés, sino por su condición de mujer. Esto debido a que
históricamente las mujeres en la arqueología han servido sólo de acompañantes (para
escribir o dibujar sucesos). Y en un país con una ideología arraigadamente machista, sería
un pretexto más para hacer menos la efigie de una maestra que tenía un currículum
bastante amplio y una reputación exitosa, que se ganó a base de honestidad y convicciones
firmes.


Eulalia Guzmán dejó un gran acervo cultural e histórico, en el cual se detallan
investigaciones y análisis de la historia antigua de México, los cuales aún no han sido
catalogados ni publicados en su mayoría. En sus últimos años de vida se dedicó a dar
conferencias tanto en México como en otros países sobre sus ideales indigenistas y de
igualdad entre los pueblos. Murió el 1 de Enero de 1985, dando por concluida una larga
vida de esfuerzo y de trabajo por transformar a México en un mejor país, lo cual le
preocupaba más que su propia vida.



En conclusión, es injusto que aún con los avances en cuestiones de igualdad en nuestros
días, la figura de una mujer tan tenaz, de férrea voluntad e incansable defensora de los
desprotegidos, haya sido objeto de censura y rechazo en muchas fuentes históricas. De
ahí mis ganas de realizar este pequeño trabajo, no como otra crítica al sistema, sino como
reconocimiento a una mujer que sirva de ejemplo para otras mujeres, niñas, niños y
hombres, a que no estamos en el mundo para vivir de prejuicios, sino para construir grandes
cosas.

No se necesita ser como Eulalia Guzmán, quien ostentaba los títulos de maestra normalista,
un grado de maestría en Filosofía, y un título de licenciatura en arqueología para darnos
cuenta que si no nos atrevemos a ir en contra de lo injusto o de lo que no es normal, nunca
saldremos adelante en la vida.


Autor: Bruno Armando de la Cruz Chuzeville (2025)

Bibliografía:

- Bustamante, Yoscelin. Eulalia Guzmán Barrón. Arco Informativo, Cultura. Marzo,
2017.

- De la Torre Mendoza, Manuel y Serra Puche, Mari Carmen. Eulalia Guzmán.
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.

- Hallazgo de Ixcateopan, 1949. Mediateca INAH. Recuperado de:
elmirador.sct.gob.mx

- Ruiz Martínez, Apen (Carmen). Eulalia Guzmán y La Imposibilidad de Excavar en
Suelo Nacional.

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